Como propietarios, muchos buscamos siempre el precio más bajo posible para nuestro trabajo. El problema es que no nos damos cuenta de que nos estamos preparando para el desastre al trabajar con contratistas que se empeñan en satisfacer este requisito. Estos mismos contratistas trabajarán por el precio más bajo, pero en el proceso nos ofrecerán lo mínimo posible en términos de tiempo, mano de obra, materiales, atención al detalle, calidad y valor.

¿Quién puede culparlos? ¿Por qué deberían dar más si no les pagan más? Sin embargo, todos nos quejamos cuando no recibimos el buen trabajo y el servicio que queremos. Es una situación sin salida, de la que solo podemos escapar cuando aceptamos que un precio bajo y una calidad y un servicio excelentes son extremos opuestos. Vivimos en un mundo capitalista, donde las mejores personas exigen y son recompensadas por sus mejores habilidades, servicio y trabajo. Es simple y llanamente, y desde una perspectiva capitalista, tiene todo el sentido. Obtienes lo que pagas.

Un trabajo realizado al precio más bajo es el más bajo por una muy buena razón. Carece de todos los ingredientes y los insumos necesarios para lograr un techo sin goteras, lo cual representa un costo para el contratista y encarece el trabajo. En otras palabras, carece de mano de obra altamente calificada y bien remunerada, control de calidad y un departamento de capacitación que sepa qué funciona y qué no en su techo.